miércoles, 19 de septiembre de 2018

LOS COMIENZOS DEL FERROCARRIL MADRID-ALICANTE por Juan Giner Pastor

INFORMACIÓN

 Alicante, jueves 6 de septiembre de 2018  

INFORMACIÓN LOS COMIENZOS DEL FERROCARRIL MADRID-ALICANTE



Nuevamente RENFE ha menospreciado los intereses de los alicantinos tal cual se ha publicado y comentado estos días, por el aumento del tiempo del trayecto en AVE entre Madrid y Alicante, debido a la vetustez de las locomotoras. 
Y será interesante recordar algunos aspectos sobre esta línea, la primera gran línea de ferrocarril que recorrió España, porque en la necesidad de comunicar Madrid con el mar por vía férrea, el camino hasta Alicante era uno de los más cortos y la facilidad del trazado en gran parte por La Mancha, con sus extensas llanuras se ofrecía fácil, sin grandes montes, que en otros casos habría que franquear. Esta tendencia al mínimo esfuerzo motivó que se antepusiera la construcción de la línea al Mediterráneo, en vez de la más necesaria al Océano Atlántico y al Golfo de Vizcaya, adquiriendo en ello gran protagonismo el malagueño Don José de Salamanca, figura relevante en la Corte de las finanzas y la política. 
Si la llegada al Mediterráneo ofrecía como posibles terminales Cartagena (distante 525 kilómetros), Valencia, (distante 490 kilómetros por Albacete), y Alicante (distante 455 kilómetros), muchos fueron los intereses que hubo que vencer y los argumentos que hubo que sopesar hasta decidirse por nuestra ciudad, con un puerto de gran tradición mercantil, confirmada desde que en tiempos de los Reyes Católicos se convirtió en uno de los pórticos de las relaciones comerciales con el exterior. Y se legisló, y se promovió la participación de capitalistas como los Rothschild y otros grupos financieros franceses, belgas e ingleses, y los alicantinos reconocieron la trascendencia que suponía disponer de un “camino de hierro” que uniese el centro de España con el Mediterráneo, atravesando las provincias de Madrid, Toledo, Ciudad Real, Albacete y Alicante.
 Porque la vía férrea original Madrid-Alicante corría al principio por las altas llanuras de Castilla y de La Mancha, cortando el Tajo y otros ríos lentos de menor importancia que, más abajo, desaguan en el Guadiana; pasa después insensiblemente, sin abandonar la llanura, a la vertiente del río Júcar y del Mediterráneo, permaneciendo en casi 300 kilómetros a una altitud de 500 metros; al dejar el río Júcar al Norte, se eleva inmediatamente hasta 900 metros de altitud, contornea por el Sur las sierras de la Huga y de Higueruela, el Mugrón de Almansa y la sierra de Enguera, después desciende rápida y regularmente hacia el Mediterráneo siguiendo el curso del río Molino, y, posteriormente, el del río Vinalopó, río costero que riega más abajo las llanuras de Alicante y Elche. Así la línea atraviesa en su mayor parte tierras manchegas, tierras de pan llevar acompañadas de barbechos, en las que alternan los cereales y leguminosas; viñedos que constituyen la mayor riqueza de la región; algunos olivares, campos menores de azafrán y plantas barrileras, o huertas allí donde las norias permiten el riego… 

A estos datos escuetos y precisos que la Geografía nos presenta sobre lo que fue originariamente esta línea férrea, cabría añadir la visión más costumbrista y literaria que del recorrido Madrid-Alicante ofreció, con el inefable estilo de la época, el escritor alicantino Vila y Blanco, testigo de excepción del viaje que Isabel II realizó el 25 de mayo de 1858 para inaugurar la línea de ferrocarril que, tras diecisiete horas, unía, por vez primera, la capital de España con el mar.
 Una deliciosa narración que evidencia claramente el entusiasmo de algunos por el progreso indiscutible que el ferrocarril suponía para los sistemas de transporte, aunque dentro del panorama de la sociedad española del siglo XIX, clasista y tradicional, otros lo rechazaban porque “el tren pasa junto a los trigales envolviéndoles en humo y quemando las rastrojeras”. 
Así, dividida entre la esperanza y el escepticismo en cuanto al porvenir de los caminos de hierro, y siendo la de Madrid a Alicante la primera gran línea que cruzaba nuestro suelo, forzoso es que fuese al mismo tiempo meta de alabanzas y reproches, de suposiciones y de realidades, que la prensa de entonces publicaba en numerosos artículos y comentarios. Como el que menciono para terminar, referido al veraneo que el tren propiciaba ya, escrito el 13 de julio de 1870 en La Ilustración Española y Americana: “…Todos salen a veranear y ninguno hizo su agosto… 
Allá nuestros abuelos, hombres de previsión en todo, así que el estío llegaba, se preparaban a recibirle dignamente, pero dentro de su propia casa, para pasar tranquila y reposadamente el verano.” 

Hoy podemos asegurar que esta crítica pronto quedó desfasada por uno de los fenómenos socio-económicos más importantes de nuestra época y que tanta repercusión tiene en Alicante: el turismo. 


 Juan Giner PastorCatedrático

No hay comentarios: