lunes, 8 de marzo de 2021

Premios I Certamen Poético "Estrofa Julia"

 


RELACIÓN DE PREMIOS

CUAJADA ESTÁ DE FLORES

de José Antonio Asensio Fiorenzano (Premio de Honor Teresa Cía)


A la pequeña Julia

 

¡Qué belleza luce en la pradera!

Cuajada está

de flores. ¡Llega la primavera!

¡Cuán lucirá

con la luz de mayo mañanera!

 

En el silencio,

las flores comienzan su alborada,

ante el portento

de una niña de oros reflejada

en su cabello.

 

Un gran sol calienta matutino

en la floresta,

mientras Julia siente como un vivo

(¡toda una fiesta!)

latir en su corazón florido:

 

¿Qué sentirá

la niña?, ¿qué imágenes de ensueño

percibirá,

de sus ojos la pupila bellos?

¿Qué vivirá?

 

Cercanas, endulzan sus oídos

las mariposas,

y abren sus capullos coloridos las

rosas rojas,

llenando de olores sus sentidos. 

 

De flor en flor

aletean las aves del prado,

tras el sabor

que desprenden las flores del campo,

y su dulzor.

 

Guirnaldas de espigas y azucenas,

aderezadas,

lucen sus vestidos y sus sedas,

ilusionadas,

salpicando hermosas la pradera.

 

Del mediodía la luz fogosa

se va alejando.

Callan las mieses, callan las hojas

y va callando

la voz del viento, que apenas sopla.

 

El sol se esconde,

se retiran las aves y flores,

cae la noche;

¡ya se ocultan los vivos colores

del horizonte!

 

Medio dormida,

silenciosa y de sueño turbada,

la dulce niña,

de su madre en los brazos callada,

resplandecía.

 


TRAVESÍA DEL ESTRECHO

de Deogracias Gonzáles De La Aleja (Primer premio)


Dolor y drama tan cotidiano:

¡pura rutina!

Me duele el alma, la de mi hermano

que cada día

muere en las garras de algún tirano.


Dolor infame que anega al mundo,

las aguas negras 

de dictadores, del inframundo,

con sucias tretas

pagan los justos, lo más inmundo.


Vienen del agua, y van sedientos,

y van rendidos

sin horizonte, sus mil acentos

viven cautivos,

amontonados, hartos y hambrientos.


Traen a la espalda su sol antiguo;

la luna nueva,

bañada en plata, del pecho exiguo;

reman y reman,

siguen remando. ¡Yo me santiguo!


La suerte invocan, -brújula esquiva-,

guíe su rumbo

en noche llana contemplativa,

y encuentre el punto

más acertado de su deriva.


Mirando al niño, la madre llora.

Me duele verlos 

día tras día..., y hora tras hora;

¡hijos del cielo!,

 pan y justicia, mi llanto implora.


Agua y más agua, ¡la noche cierra!,

la mar en calma,

se hace muy larga sin ver la tierra,

la ansiada playa,

a esa esperanza con fe se aferra.


Se ata a la vida, -no a su destino-,

por ella lucha, 

quiere cambiarla, girar su sino,

y a su captura,

mirando al frente, toma camino.


...Y de repente, con alboroto,

tras un silencio

se atisba, lejos, algo remoto...,

y sin remedio

 rompe en sollozos, entero y roto.


Halla el alivio su desconsuelo,

¿dónde?, ¡no importa!,

valió la pena tanto desvelo.

¿Y el alma?, ¡rota!,

pero a sus ojos, se muestra el cielo...




DONDE LOS MÍOS...

de Mª Teresa Rubira Lorén (Segundo premio)


Mano de luna

donó a mis ojos la luz más bella.

Y a mi fortuna,

sentir las flores de la pradera

desde la cuna.


Era verano, 

tiempo de fruta, de mimbre seco,

cuando temprano,

mi primer llanto brotó de dentro,

joven y sano.


Llegué a una tierra

de espigas claras y amapolas

libres, serenas,

formando mantos de suaves olas

que esperan siega.


Tierra que luce sus esplendores

donde los míos,

por negros surcos y entre sudores,

muestran altivos

su intenso rostro de labradores.


Y en tiempo frío, cada mañana 

de puro invierno,

pisan alfombras de espuma blanca

que se hace infierno 

por pies y manos de piel descalza.


Allí mis padres

con su sonrisa de bienvenida

y un equipaje:

hermoso nido para la vida

como ellos saben.


Crecí sin riendas sobre bancales,

bebí del río,

por siempre amigos los animales,

y mi vestido

las flores blancas de los rosales.


Fue nuestra casa de sol ardiente,

techos de cielo,

puertas abiertas, ¡que el viento entre!

Libre mi vuelo

y alma dispuesta para amar siempre...


Mano de luna donó a mis ojos la luz más bella

y un equipaje: hermoso nido para la vida.




TU PRIMAVERA

de Águeda Molina López (Tercer premio)


Se apaga el cielo,

calla la tierra, viene la niebla;

mueren los sueños.

Las sombras surgen de la tiniebla

¡estás tan lejos!


Suena en mi mente 

la melodía que me cantabas

y de repente...

muere la vida sin tus mañanas,

sencillamente.


En tu atalaya, se alza en secreto,

mi voz quebrada

vuelve conmigo, tras el silencio,

de madrugada...

¡gozar contigo será mi premio!


En mi almohada, pinta la luna

 una sonrisa,

se mece el viento por mi cintura;

viene sin prisa,

de luz preñado, bajo penumbras.


Porque al llegar

tu primavera a mi cuerpo helado,

quise llorar

cuánta dulzura llevan tus manos

¡bendito hogar!


Como provoca

sentir despierta mi piel dormida

beber tu boca,

hundir mis ojos en tus pupilas 

¡me vuelve loca!


Tu abrazo eterno, como una flor

y tus palabras

entre susurros, versos de amor...

son esperanzas

que me acurrucan sin pundonor.


Pues si te arrimas aquí a mi vera,

a mi costado...

vendrá la noche más placentera;

¡sin desengaños

disfrutaremos tu primavera!




REFLEXIONES PARA ORAR

de Angelina Jiménez Fernández (Accésit)


Te ofendí, Señor, te has olvidado,

y tu perdón,

con creces, el bien, en mí ha logrado,

y de ese don,

con tu ayuda y gracia superado.

Es mi deseo, que vaya saliendo de mi ego, 

para ir con firmeza, en busca del hermano.

 

De algunas caídas, bien sabemos,

¡y desengaños !

que a veces con ellas 

aprendemos. Sí, sin espantos, 

y por ello, resurgir podemos.

Esto hoy te ofrezco, mi Dios amado y bueno,

mi lucha por seguir tus pasos con alegría y tesón.

 

Lo que no sé, ni comprendo mucho, 

que apenas siento,

contiene un valor cuantioso y ducho, 

amable y cierto,

y es verdad, cuando a Jesús escucho.

Me hablas Señor que contenida, la vida cristiana está,

en cuatro letras, amén, que es, seguirte a ti, con convicción.

 

Me miras a los ojos, ¡Señor!

con cuán dulzura,

que ausentas de mí todo temor, es 

tu locura,

y me invitas: ¡vé tras el fervor!

Hay momentos que no qué decirte mi Dios,

pues, que te hable mi silencio, convertida en oración.


Eres mi amigo,

y guiarás mis pasos con certeza, 

y fe te pido.

Señor, mi alma es siempre la que reza, 

mi Dios querido.

Eres el camino de verdad, para seguirte y no perderme, 

que mi vida sea parte de la tuya, Jesús mío, eternamente.

 

Que mi oración,

¡Dios mío! no se quede en la tierra, 

sea una canción,

de loa, gracia y bondad intensa,

¡Señor, mi acción!

Suba a ti, mi sincera, pobre y débil plegaria

y baje a mí tu clemencia, tu paz y tu perdón.




LAS CUATRO ESTACIONES

de Isabel García Viñao (Accésit)


"Para este concierto de las Cuatro Estaciones de Julia, no tengo violín ni orquesta, pero sí tengo las sílabas y las rimas expuestas."


Faz rosada de la primavera,

flor de cerezo

que al invierno turba y echa afuera.

Sin ser guerrero,

el sol carga el frío de su caldera.


Al blanco manto 

-que visten impolutas laderas-,

del brezo canto.

Floridas se exhiben las tierras.

¡Lluvias sin llanto!


En los verdes frondosos asoman

las esperanzas.

Los verdemares, los campos croman.

Bellas estampas

transitan con los vientos que aroman.


Grillos despiertan,

trinan petirrojos y gorriones...

...revolotean.

Uves de grullas en procesiones

que se alejan.


Primavera de prímulas y de velloritas

es el sutil despertar de adormecidos.


〰〰〰〰〰


Se agostan los trigos candeales,

amarillean.

Los cénit del sol son primordiales

y no escasean:

las espigas granan a raudales.


Rojos ocasos,

exiguas nubes, azules cielos

velan mis pasos.

Flores deslucidas, ríos secos,

glaucos escasos.


Suelos de oro y ópalos de fuego

la sed despiertan.

Ojos al cielo se alzan en ruego,

de yerbas secas.

¡Jadeante invoca hasta el espliego!


Los cuervos graznan

con las siringes acres, sedientas.

¡Que no se vayan

las nubes que se deslizan lentas,

que al sol solapan!


Verano de sol inclemente y ambarino,

con rayos de antorchas que avecinan estíos.


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Árbol sin hojas

dios Fauno del boscaje desnudo,

auroras rojas, 

pálidos atardeceres brunos.

El sol despojas


después de colorear los mostos,

de Baco el vino.

Apagados los cielos, angostos,

tan alusivos

los néctares. Huidos los agostos.


Hojas caídas,

lloran los pétalos de las rosas,

ausentes divas,

entre las frondas buscan sus fosas,

yacen extintas.


Planean bandos de golondrinas

entre celajes,

llenas de serenidad desfilan, 

foscos sus trajes

que a los confines grises convidan.


Otoño de barbas grises, de fugacidades marchitas,

de luces ameladas y de melancólicas mostazas.


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El traje armiño

congela el alma, suprime huellas,

y el trigo en silos.

Candentes chispean las estrellas

con sol dormido.


Hierbas envueltas en chales de hielo

de frío lloran

ante el helado matiz del acebo.

Vientos acoran

ateridos himnos pasajeros.


con sus solfas creadas de nieve.

En campos suenan

con el albor invernal conmueven.

Pájaros penan

en los cables de luz se adormecen.


Manan las fuentes,

¡tan mansamente en el invierno!

Manos calientes

de chiquillos recogen al vuelo

copos silentes.


Invierno de pelo níveo, de atizar las lumbres,

de luces mortecinas y de exiguas sombras.




OSCURECE

de Resurrección Alburquerque Franco (Accésit)


La noche clara,

su sombra fría sale escondida.

Queda parada

pues temprano se cree dormida

como en la cama.


Luego preñada

de luz colmada del nuevo día,

crece dorada

por las paredes subiendo en fila

como enredada.


La noche expía,

planea esconderse acurrucada.

De nuevo el día

la deja clara y tan desvelada,

así es la vida.


"La luz siempre te acaba encontrando, aunque te escondas, te duermas o te enredes en las sombras."




LA CIUDAD

de Manuel Casares Conde (Accésit)


La ciudad nada 

en un mar lodoso que convierte 

 su dulce calma 

en angustia vital por la suerte

 de su mañana. 


La ciudad gana 

tiempo ante la embestida y advierte 

 y se percata, 

que es un mar de lágrimas de muerte 

 quien amenaza. 


Y la resaca 

la adentra flotando casi inerte 

 en las entrañas 

de una fiera tormenta que vierte 

 negras bravatas. 


La ciudad extraña 

ese beso robado y perdido 

 en la alborada 

y el abrazo abrazado al olvido 

 de madrugada. 


Llora su alma, 

el silencio en la noche es aullido 

 que la maltrata, 

añora el antaño odiado ruido 

 en su morada. 


Hoy tu mirada 

de vida y de ilusión, la hizo fuerte 

 y se levanta, 

navega a la playa que despierte 

 sus esperanzas. 



EN UN JUEGO DE VIDA

de Manuel Giménez González (Accésit)


El libro de la vida no asume

algarabías.

La historia y su destino consume

cosas sentidas 

que en la esperanza el amor se sume.


Voces de mis versos, viejas alas,

son fugitivos,

dudan de ser el todo o la nada,

seres tan divos 

de simple naturaleza humana,

irreflexivos.


Quiero descubrir el universo

sin las escalas.

Suspendido en el rastro del verso,

él me reclama 

no volver con el límite inverso.


Aquel tesoro,

agua cristalina, pura fuente,

ahora es roto

paisaje, alma decadente,

y no perdono.


Sin más desvelos

las obras del hombre se deshacen

como en un sueño;

otras, en la conciencia renacen

siendo secretos.


Hay un mirar turbado, insidioso,

faz penitente.

El tiempo, de compás silencioso,

en sueño leve, 

muestra su futuro misterioso.


En tanto olvido,

¿para quienes serán los engaños 

de lo vivido?

Siempre quedo inmóvil preguntando

lo que hemos sido.


Negra luz si al alba no despierto,

daga certera.

Razón de desaliento en mi pecho,

y en mi ceguera

 la muerte es mi último parpadeo.


En el quejido

ya no se esconden las horas rotas,

tiempo prendido 

en una eternidad que convoca

lo que se ha ido.


El amor es quien da vida nueva,

verdad desnuda,

sentido tenaz y fe longeva,

pasión que aúna

lo que la llama ardiente subleva.


Huimos de las rutas ignotas

sin más trayecto

que aceptar con miedo las derrotas,

con vil empeño

de los que nos sirven como idiotas.


En estío, la tierra domina 

al inclemente;

en abrojos, sombras descubría

para el presente,

mientras creaba inmadura vida.


De haber llorado

por las cosas insignificantes

estoy callado

sin decir todas las verdades

de lo pasado.


Sin miedo salgo del laberinto

 de la ignorancia.

Vuelvo en libertad a mi recinto

con la mirada

sutil, despojada de mi instinto.


Con mis acciones

quiero acunar todos mis deseos

sin negaciones,

será que, con pasos lentos tengo 

buenas razones. 


Mis labios tienen plural textura,

están sedientos,

buscan la pasión sin la censura,

son prisioneros

de un amor que crece en amargura.


A todos confieso 

que mi alma con placer se expresa.

Y me defiendo 

de los que quieren tenerla presa

sin mi sustento.


Del subconsciente 

nace la eternidad caprichosa.

Herida muerte,

la faz resignada y silenciosa

no la suspendes.




AQUELLA MIRADA

de Valeriana Llácer Berná (Accésit)


Aquella mirada me sedujo

en la ventana,

me hipnotizaste como un brujo

yo enamorada,

me quedé prendada de tu embrujo.


Mi corazón anda suspirando

con desconsuelo,

tú no me quieres y yo soñando,

como te quiero,

este amor tuyo me está matando.


En aquel árbol quedo marchita

una mañana,

una palabra de amor escrita,

desconsolada

mi alma te busca, te necesita.


Yo te esperaba con todo el alma

en la ladera, 

tranquila, sosegada, con calma 

me puse bella

como adornada para una palma.


Un simple gesto de amor gratuito,

fue suficiente,

me subiste hasta el infinito,

como siempre

no quiero pensar que fue, un mito.


Fuiste la alegría y la quimera 

de mi pasado,

la luz de mi feliz primavera,

amor humano,

y mi veloz ardiente hoguera.


Dejaste en mi cara, maravilla 

iluminada,

aquel beso tuyo en mi mejilla,

que perdurará 

siempre como hermosa semilla.


Habitante de mi dulce sueño

siempre conmigo,

me gustaría verte risueño,

es lo que pido

porque siempre tú serás mi dueño.


Nadaba el espejo transparente,

puro reflejo,

que arrastraba veloz la corriente

de este mi sueño.

mirándolo vi lo que se siente.


Amor como quisiera quererte,

mi dulce anhelo,

pero el odio que siento es más fuerte,

quiero y no puedo,

mi pobre corazón sufre inerte.




LAS 4 JULIAS

de Jeremías Asensio González (Accésit)


Mari Consuelo, 

¿en qué lío ahora me has metido?, 

sabes que vuelo 

a hacer lo que mandes, intranquilo 

yo me desvelo. 


La noche en vela 

hasta conseguir llevarlo a efecto, 

 ya tengo ojeras, 

mas yo quiero que quede perfecto 

 para tu nieta. 


Y es que son cuatro Julias en una, 

 y complacer 

deseo a todas, y que ninguna 

 pare mis pies 

porque sea la estrofa inoportuna. 


Así que, Consuelo Giner Tormo, 

 piénsalo antes, 

pues me haces sufrir no sabes cómo, 

 ya veo gigantes 

y son molinos ante mis ojos.



DOS ALAS DE POESÍA

de Noel León Rodríguez (Accésit)


Vengo de abuelo 

de un lugar de la tierra española, 

traigo un recuerdo 

de fabada, de toros de estola; 

y taconeo. 


Vengo de la uva 

que mezclé con guarapo de caña, 

de raspadura; 

de una luna que cruza y que baña 

a toda Cuba. 


Traigo al romance 

que se funde en crucial espinela, 

traigo a Cervantes: 

como un baño de lustre en la escuela; 

todas sus clases. 


Vine a curtirme, 

donde el sol que rasante y tozudo 

 todo derrite 

y convierte los tropos que sudo 

en tonos grises.



CORAZÓN FRÍO

de Justo Soriano Molina (Accésit)


Temperaturas 

son las que el clima nos proporciona, 

y son más de una 

las que al corazón les ocasiona 

más de una duda. 


La lluvia escasa 

como si una frondosa nevada, 

es aumentada 

en el corazón cual duda airada 

que se remata. 


Son circunstancias 

que frío lo notamos sentir, 

corazonadas 

frialdad nos hacen presentir 

desesperanzas. 


El corazón 

afectado su frío mantiene, 

y sin calor 

porque sin remedio, amor no tiene 

y es perdedor. 


Y sin amor 

el corazón impone tristeza, 

con inclusión 

de su alma bañada en la tibieza 

que abandonó.


Felicidad 

es lo que al corazón frío aleja, 

sin aliviar 

a un amor cercano que se deja 

en desigual. 


A Dios amar, 

o bien la rica Naturaleza, 

o emparejar 

entre los amigos que embelesan 

sin embaucar. 


Son suficientes 

motivos para un corazón frío, 

los que se mueven 

cual fuentes de caudaloso río 

que nunca mueren.



AMO LAS ROSAS

de Ramón Moya Bascuñana (Accésit) 


Amo las rosas, 

su verdad, los pájaros, la hierba.

todas las cosas 

misteriosas de la primavera.

Las más hermosas.


Amo los lentos 

espejismos de los ventanales,

los fieros vientos 

que arrastran sombras y claridades,

los juramentos,


y las mentiras

falsas del amor correspondido.

Amas, deliras,

y haces del amor tu destino

mientras suspiras.


Sé que te quiero

más allá del tiempo y de la nada.

Y considero

que la vida sin ti es ingrata,

un agujero


hondo y profundo,

valle de lágrimas permanente,

donde confundo 

amor y deseo con la nieve

antes del mundo.


Sé que te amo

y también que soy correspondido.

Al cielo clamo

y por derecho en cada grito

tu amor reclamo.


2 comentarios:

Angelina Jiménez Fernández dijo...

Yo veo a todas estas "Julias", que he leído, que he sentido, jugando al corro, alcanzando un premio histórico, único, estar nuestros nombres impresos para siempre, en este Primer Certamen Internacional, "Estrofa Julia".
Y aunque, no visibles muchos nombres, todos quedarán perennes en los anales de este Primer Certamen de la "Estrofa Julia", por haberla engrandecido con su participación.
Angelina Jiménez Fernández

Espejo de Alicante dijo...

Muchas gracias Angelina, a ti y como bien dices a todos los que han participado en este Primer Certamen "Estrofa Julia".