- Enhorabuena a nuestra última socia, Alicia V. Merino por su relato “Miliki y su sonrisa”, publicado en el diario La Verdad, el día 16 de abril de 2016.
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miércoles, 20 de abril de 2016
Felicitamos a Alicia V. Merino por su relato “Miliki y su sonrisa”, publicado en el diario La Verdad
martes, 22 de diciembre de 2015
la voz de espejo de alicante: “Estáis haciendo llorar al poeta” de Juan Antonio Urbano Cardona
Felicitamos a nuestro socio Juan Antonio Urbano Cardona por la publicación de “Estáis haciendo llorar al poeta” en La Verdad el martes, 15 de diciembre.
15 diciembre 2015
Sólo se oía el silencio. Era de noche. La Luna ponía música a la oscuridad e iluminaba un árbol que mostraba su silueta al infinito. Bajo el árbol, unas figuras dormían. Sobre el árbol, mucho más arriba... las estrellas, puntos de libertad. Más allá, sobre un montículo, ocupando la penumbra, una figura. Tosca. No muy grande. El pelo alborotado y negro. La cara ancha y angulosa. Los ojos... perdida la mirada, hablan a la Luna en el firmamento.
Se levanta sobre las plantas de sus pies. Y se ve una figura al trasluz, en una altura, a la media noche. Baja rápido hasta el árbol, se arrodilla sobre la sombra de una muchacha, , y con una mano ruda como el pedernal le coge la cara y la mira, en su rostro ve la luna. Gruñe, no sabe sonreír, y gruñe como una sonrisa. Nació el primer poema.
Un grupo de... hombres... -eran hombres, porque ya tenían un poeta- caminaban bajo aquel sol que amanecía. Sin saber que la tierra gira, sin saber qué es el sol... Un pequeño grupo de sabios se acerca a la laguna, entre frutos silvestres y peces de aceituna.
Y una mano ruda, coge una cara joven de muchacha, y aunque es de día, vuelve a ver la Luna.
Así, os aseguro que nacieron los sentimientos humanos, esos que hicieron surgir la sensibilidad y la poesía.
Miles de años después, el hombre poeta crece llorando porque el mismo
hombre mata esa sensibilidad que dio humanidad al ser humano.
Miles de años después el viento esparce los versos. Y entre los versos rotos le sorprendió una ráfaga. Balbuceó tirado entre la acera y su casa. Su último pensamiento de alquitrán fue ella. Sintió en su cuerpo las dentelladas de una ráfaga. Fue la última bocanada de amor. El mensajero: el viento de la mañana.
La Tierra está llena de flores negras de negro hierro. Son columnas de humo vistas desde el cielo. Almas negra con capucha de terror y desconcierto siembran los pasos de miedo. Van matando a los hermanos que caminan en el silencio. Atraviesan las barreras para imaginar con atentados cómo será el fin del infiel occidente que bosteza y duerme. Y que, para defender sus democracias atascadas se levantan alzando el tridente que vuela por los aires del cielo cargando su puntería con fuego.
En las duras batallas del orbe los gemidos de las razas acongojan, hablan los soldados y sus armas... Nunca había sentido las caricias punzantes de la conciencia abandonada en las rotas calles de la mismísima nada. Los cuerpos apilados se mezclan de sangre y grasa. Noche negra. Columnas brillantes de fuego. El apocalipsis canta entre los sueños. Las casas lloraban ensangrentadas de miedo. Los habitantes son humo flotando en el cielo.
Caminando entre los laberintos que acentúa el tiempo arrastran los tobillos sin esperanza, sus sombras como perros en el desierto. Sujetan las almas con sus ojos clavados en la mísera arena del suelo. El sabor de la amargura alimenta el viento que degustan con fruición los buitres de hielo. Las hienas de la tarde rompen con fuego los campamentos de refugiados, niños que juegan con el miedo de los hombres y mujeres que perdieron el néctar de sus sueños entre la mirada inexpresiva y ausente de sus muertos. Su historia y su pasado no existen, son carne masticable de periódico, anécdotas de televisión con langostinos, imágenes entre vino blanco y fresco.
Y vuelven a hablar los obuses. Andan los muertos callados, alfombran las calles de sangre y verde. Los cascos en los que antes hubo flores... ahora cubren las calaveras de la muerte. El poeta arranca con los dientes los adoquines del asfalto e inunda el suelo de lágrimas. Arrastra su cuerpo por la calle; siente cómo se lo arrancan de cuajo cuando la sirena de blanco aúlla espanto llena de cadáveres. Solloza de tanto dolor bajo la luna llena sentado en el frío portal de una calle vacía y negra. Han roto los sueños inocentes del alba gris rayas de fuego que rasgan el cielo ensangrentado. Los silbidos que vuelan, despiertan los tímpanos del miedo. Explosiones, llamas y edificios con los huesos rotos. El rey de los infiernos conquista la ciudad.
Eran hombres porque ya tenían un poeta, semilla de la humanidad y la poesía. Hoy su sabiduría permanece callada en el fondo de las conciencias.
¿POR QUÉ ESTÁIS HACIENDO LLORAR AL POETA?
ESTÁIS HACIENDO LLORAR AL POETA
JUAN ANTONIO URBANO CARDONA LA VOZ DE 'ESPEJO DE ALICANTE'
Sólo se oía el silencio. Era de noche. La Luna ponía música a la oscuridad e iluminaba un árbol que mostraba su silueta al infinito. Bajo el árbol, unas figuras dormían. Sobre el árbol, mucho más arriba... las estrellas, puntos de libertad. Más allá, sobre un montículo, ocupando la penumbra, una figura. Tosca. No muy grande. El pelo alborotado y negro. La cara ancha y angulosa. Los ojos... perdida la mirada, hablan a la Luna en el firmamento.
Se levanta sobre las plantas de sus pies. Y se ve una figura al trasluz, en una altura, a la media noche. Baja rápido hasta el árbol, se arrodilla sobre la sombra de una muchacha, , y con una mano ruda como el pedernal le coge la cara y la mira, en su rostro ve la luna. Gruñe, no sabe sonreír, y gruñe como una sonrisa. Nació el primer poema.
Un grupo de... hombres... -eran hombres, porque ya tenían un poeta- caminaban bajo aquel sol que amanecía. Sin saber que la tierra gira, sin saber qué es el sol... Un pequeño grupo de sabios se acerca a la laguna, entre frutos silvestres y peces de aceituna.
Y una mano ruda, coge una cara joven de muchacha, y aunque es de día, vuelve a ver la Luna.
Así, os aseguro que nacieron los sentimientos humanos, esos que hicieron surgir la sensibilidad y la poesía.
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Ilustración de Franchi |
Miles de años después el viento esparce los versos. Y entre los versos rotos le sorprendió una ráfaga. Balbuceó tirado entre la acera y su casa. Su último pensamiento de alquitrán fue ella. Sintió en su cuerpo las dentelladas de una ráfaga. Fue la última bocanada de amor. El mensajero: el viento de la mañana.
La Tierra está llena de flores negras de negro hierro. Son columnas de humo vistas desde el cielo. Almas negra con capucha de terror y desconcierto siembran los pasos de miedo. Van matando a los hermanos que caminan en el silencio. Atraviesan las barreras para imaginar con atentados cómo será el fin del infiel occidente que bosteza y duerme. Y que, para defender sus democracias atascadas se levantan alzando el tridente que vuela por los aires del cielo cargando su puntería con fuego.
En las duras batallas del orbe los gemidos de las razas acongojan, hablan los soldados y sus armas... Nunca había sentido las caricias punzantes de la conciencia abandonada en las rotas calles de la mismísima nada. Los cuerpos apilados se mezclan de sangre y grasa. Noche negra. Columnas brillantes de fuego. El apocalipsis canta entre los sueños. Las casas lloraban ensangrentadas de miedo. Los habitantes son humo flotando en el cielo.
Caminando entre los laberintos que acentúa el tiempo arrastran los tobillos sin esperanza, sus sombras como perros en el desierto. Sujetan las almas con sus ojos clavados en la mísera arena del suelo. El sabor de la amargura alimenta el viento que degustan con fruición los buitres de hielo. Las hienas de la tarde rompen con fuego los campamentos de refugiados, niños que juegan con el miedo de los hombres y mujeres que perdieron el néctar de sus sueños entre la mirada inexpresiva y ausente de sus muertos. Su historia y su pasado no existen, son carne masticable de periódico, anécdotas de televisión con langostinos, imágenes entre vino blanco y fresco.
Y vuelven a hablar los obuses. Andan los muertos callados, alfombran las calles de sangre y verde. Los cascos en los que antes hubo flores... ahora cubren las calaveras de la muerte. El poeta arranca con los dientes los adoquines del asfalto e inunda el suelo de lágrimas. Arrastra su cuerpo por la calle; siente cómo se lo arrancan de cuajo cuando la sirena de blanco aúlla espanto llena de cadáveres. Solloza de tanto dolor bajo la luna llena sentado en el frío portal de una calle vacía y negra. Han roto los sueños inocentes del alba gris rayas de fuego que rasgan el cielo ensangrentado. Los silbidos que vuelan, despiertan los tímpanos del miedo. Explosiones, llamas y edificios con los huesos rotos. El rey de los infiernos conquista la ciudad.
Eran hombres porque ya tenían un poeta, semilla de la humanidad y la poesía. Hoy su sabiduría permanece callada en el fondo de las conciencias.
¿POR QUÉ ESTÁIS HACIENDO LLORAR AL POETA?
viernes, 11 de diciembre de 2015
Felicitamos a nuestra socia Nieves Viesca por la publicación de su poema “A Teresa Cepeda” en La Voz de Espejo
Felicitamos a nuestra socia Nieves Viesca por la publicación de su poema “A Teresa Cepeda” en La Verdad el jueves, 3 de diciembre.
lunes, 16 de noviembre de 2015
Felicitamos a nuestra socia Pilar López por su artículo en La Verdad titulado “Sus ojos”.
Felicitamos a nuestra socia Pilar López por la publicación de un artículo en La Verdad el viernes, 13 de noviembre, titulado “Sus ojos”.
jueves, 15 de octubre de 2015
Felicitamos a nuestro socio Juan Antonio Urbano por la publicación en La Verdad, titulado “Utopía entre Palmeral y Capo”
Felicitamos a nuestro socio Juan Antonio Urbano por la publicación de un artículo en La Verdad el jueves, 8 de octubre, titulado “Utopía entre Palmeral y Capo”, que reproducimos a continuación.
Utopía entre Palmeral y Capó
Cuando alguien como el que escribe mira un cuadro, trata de verlo a
través de la fibra poética que hace vibrar las emociones asumiendo
músicas, sonidos de bosques, sentimientos expresados por los gestos o el
rictus facial de los personajes. Cuando los cuadros son un compendio de
imágenes que parecen inconexas porque el autor así lo ha querido, por
mero automatismo, desactivando la razón para dejar fluir las emociones
transformándolas en imágenes, formas, texturas y colores solo queda
abrir los ojos del subconsciente para poder interpretar desde el campo
onírico del surrealismo y traducir al lenguaje cotidiano las imágenes
inconexas que produce el mundo de los sueños. Y eso es lo que he tratado
de hacer con el óleo de Ramón Palmeral titulado 'Perito en Lunas'.
En este cuadro, el artista, muestra otra vertiente por la que
discurren las cristalinas aguas de su ser creativo: la poesía. Este
lienzo representa, a través de senderos oníricos, la interpretación
vital de un poeta que ama la vida y se indigna ante las injusticias que
la humanidad arrastra intrínsecamente hasta que llegue (todo buen poeta
lo cree, que en la línea paralela que siempre marca el horizonte entre
el mar, murmullo de libertad, y el cielo, brisa de amor y respeto) el
momento utópico de la liberación de la metáfora maligna del espíritu del
hombre, que muchas veces sale a relucir en la misma dinámica de la
relación humana, del patético enfrentamiento entre pueblos o la
dominación violenta sobre las vidas de los 'otros'.
Este óleo, enclavado dentro del intelectualismo palmeriano, narra la
esencia íntima de los pueblos representados en un elemento tan popular
que los une con su pasado y sus tradiciones como es la cabra (animal que
aparece en el cuadro con dos cuerpos unidos por el abdomen y que es
santo y seña del poeta de Orihuela, Miguel Hernández, por su oficio),
que sustenta la base del cuadro, y de la vida, simbolizada por la mujer
con los dos tomates en sus senos (savia, alimento), metáfora de la madre
naturaleza, que lame en forma de caricia dicho animal, agradecido por
darle la vida y le muestra su amor por poder vivir en paz. De ahí que la
otra cara de la cabra (con cornamenta defensiva), quiera engullir la
mano y el arma homicida, que es la espada, para liberarse al fin de los
que siempre empujan al pueblo a la guerra, haciéndoles llenar las
tumbas. Esta dicotomía muerte/vida que siempre está presente en el ser
humano, está mostrada en el rostro del hombre que aparece en la parte
inferior izquierda exhibiendo parte de su calavera.
Pero los sueños de la luna, que se representa en el centro de la
escena, marcan la utopía de que la base de la existencia del ser humano
sea otra: la tolerancia y el respeto. Y éstos, encarnados por la mujer,
representada en la manzana, y el hombre, en la pera, unidos en estrecho
lazo, a través de la inteligencia que aparece en forma de ajedrez, y
ésta, encaminada por los senderos del arte (figurado en la señorita de
Avignon, tributo a Picasso), den a luz a un estado de bienestar que se
consolide en todo el planeta. Ese soñado día en el que la deseada paz
del hombre se deslice cubriéndolo todo está reflejado es la gran copa
transparente con la que se ha de recitar el brindis del triunfo del ser
humano.
Y al despertar del estado de ingravidez interpretativa de un sueño de
utopía, recordé el comentario que me hizo mi amigo Bernat Capó,
periodista, escritor y medalla de honor del Consell Valencià de Cultura;
joven de 87 años, que aún se alimenta de sueños: «Has matado las
utopías, ya hablaremos de eso». Se refería a mi comentario en artículo
publicado en este diario: «Las utopías ya no existen. Sólo la ilusión,
la búsqueda de una realidad y la esperanza». Le contesté que eran
tiempos de realidades que debían llenar los estómagos de la gente. Pero
sin las utopías la humanidad sería menos humana. Es necesario que el
hombre tenga sueños para poder seguir caminando. Dejé la utopía en
estado cataléptico, porque los que sostienen las riendas del presente
nos han llevado a perder la noción de futuro. ¡Romped las cadenas de la
usurera economía y de la mala gestión política! Dejadnos abrir las
puertas a nuestros sueños. Yo doy por despertada la utopía.
martes, 30 de junio de 2015
Felicitamos a Paqui López por su publicación “La tela de araña”, en el diario La Verdad de Alicante
La tela de araña
ESPEJO DE ALICANTE PAQUI LÓPEZ
Después de algún tiempo sin saber nada el uno del otro. Inocencio y Pitti volvieron a encontrarse.
Un día, por casualidad, estaba Pitti en una fiesta de pájaros, donde todos participaban con sus maravillosos trinos, revoloteando de acá para allá, cuando, por el estrecho camino que discurría debajo de los árboles donde se realizaba la algarabía de trinos, pasó una piara de cerdos con sus relucientes lomos. Pitti, acordándose de Inocencio bajó hasta su nivel y cuál sería su sorpresa cuando, entre todos los cerditos, se oyó una voz ronca que llamaba: «Pitti, Pitti. ¡Qué sorpresa! ¡Qué alegría!». Era Inocencio, su gran amigo.
Pitti, sin pensárselo dos veces, se posó sobre su lomo, y le saludó, acariciándole con su pequeño pico.
Los dos amigos se emocionaron al verse y pronto Inocencio salió de entre el conjunto de cerdos y se fue con Pitti, su querido amigo de andanzas y aventuras.
Andaban un poco pensativos por haber abandonado a sus respectivos amigos y familiares, cuando 'encontraron un burro gris algo serio y cabizbajo, al verlo nuestros amigos se preguntaban qué le pasaría al pobre animal, Inocencio le miró y Pitti fue a posarse sobre su lomo, el burro, al verlos, estiró las orejas observando al cerdito, que le miraba con mucha curiosidad.
Inocencio, alargando su morro, observó unos ojos lastimeros. ¡Aquel burro no era feliz! Miró a Pitti, que seguía en el lomo del burro -el cual no se había percatado de las sutiles patitas de Pitti- descansando sobre su gruesa piel.
EL pobre burro movió una de sus patas traseras, enseñándole a Inocencio una gran herida situada en la parte interna de su pata derecha. Inocencio se hizo atrás para observar mejor aquel ensangrentado y feo corte, también Pitti miró la profunda herida, revoloteando muy asustado.
Nuestro cerdito, de pronto, recordó que cuando en su cuadra alguien sufría una herida como esa, la curaban con tela de araña y..., ni corto ni perezoso, sin pensarlo dos veces salió disparado hacia la cuadra de donde procedía el burro, para buscar telas de araña. Una vez dentro miró por todas partes viendo una muy grande entre unas vigas del techo. Como no le era posible llegar hasta esa altura, lanzando un fuerte gruñido, llamó a Pitti que seguía tomando el Sol sobre el burro herido. Al oírle ¡voló rápido hacia las cuadras! Y una vez informado de lo que Inocencio pretendía, subió hasta el techo y cogió la gran tela de araña que se encontraba entre las dos vigas de madera. Volando las llevó hasta el burro y las depositó sobre el caliente lomo del animal.
Llegó Inocencio todo jadeante y sudoroso, mas no se detuvo ni un instante y entre los dos, como pudieron, colocaron la tela de araña sobre la pata del animal. Este muy agradecido les dio un rebuzno, ocasionándoles un gran susto, aunque les pareció bien, comprendieron que era de agradecimiento.
Después de despedirse, ya se disponían a seguir su camino cuando el burro les dijo que quería unirse a ellos para caminar juntos, ya que ahora eran amigos y como su raza se estaba extinguiendo, estaba solo.
Nuestros dos amigos se miraron algo perplejos. Aquel animal les parecía demasiado grande para ser su amigo, pero viendo la cara de sinceridad que tenía el pobre burro, asintieron pensando que su tamaño podría ayudar en ocasiones difíciles.
Y así ahora, los tres amigos, emprendieron la marcha hacia nuevas aventuras.
martes, 16 de junio de 2015
Nieves Viesca "La Mancha" relato publicado en la Voz de Espejo, Diario La Verdad
La mancha
El día que murió Mercedes, inesperadamente nació la mancha. Ésta amaneció con el alba, en el cielo de nuestra habitación. La vi desde la cama, justo al despertarme: ladeada, mirando un poco hacia la izquierda, como si su presencia revitalizara parte de aquel techo pintado de azul, a modo de cemento y desolación.
Sin meditar la causa de estos sentimientos, confieso que, por unos segundos, me sentí reconfortado. La mancha sólo era círculos, células de líquido neutro. Me dije: «Pepe, después de todo, esta noche aún no has dormido solo».
La verdad es que, el fallecimiento de mi esposa, apenas ocasionó modificaciones en el rítmo de mi vida. Casado y sin hijos, el hogar se mantuvo a las mil maravillas con María, nuestra asistenta de siempre. En cuanto a mi mundo laboral, llegaba por la mañana a la oficina con la puntualidad reservada a los relojes suizos. Después, sin apenas tiempo de lamentaciones o fatigas, el día entero se me iba emulando la actividad de la hormiga obrera. Después de un par de meses, me ofrecieron un ascenso. Para celebrarlo, no se me ocurrió nada mejor que la renovación total de mi vestuario: «A tomar viento -me dije-, el fondo del armario». Y sin más, desaparecieron de mi vista todos los jerséis, camisas, pantalones… excepto mis viejos zapatos, imprescindibles para caminar en cualquier ocasión.
Por aquel tiempo, nada hacía imaginar que estos cambios en mi existencia serían tan meticulosamente observados por cuantos me rodeaban. Yo, el típico individuo poco importante, lento como un caracol soñoliento y aburrido, lo mismo que un domingo de lluvia y sin siesta, de la noche a la mañana me transformaba en un ser festivo e imaginativo, igual que los dibujos de una felicitación. Estos detalles hicieron que me convirtiera en el blanco de los comentarios:
-¿Has visto a Pepe?
- ¿A qué Pepe?… ¿Al soltero o al viudo?…
Entretanto, la mancha ya se había extendido lo suficiente como para acercarse hasta la cabecera de mi cama. Con ojos de búho, yo me abstraía con aquel manantial de espacio negro, curvo, mohoso, que día a día se adueñaba del temple de la pared. Con absoluta libertad, la mancha subía, trepaba, se retorcía en su camino con velocidad pasmosa. Cada noche me hacía eco de este dominio en silencio y llegué a perder horas de sueño escudriñando cada grieta, cada fisura, cada nuevo resquicio formado sobre el yeso y el hormigón.
La dantesca figura me internaba en una selva, en un follaje de melancolía, en una brecha de palpitación; en un espacio lindante, en gracia y esmero, con la tristeza de la estancia. En uno de estos recorridos creí contemplar en la mancha una glorieta florida y, dentro de la misma, el rostro saludable de Mercedes. Al verla, me vi como una roca. Ni tan siquiera pensé: sólo vagaron por mi mente imágenes de fortuna y bienestar.
Nada más lamentable para mi persona que este hecho. Porque tal como el alba anuncia la mañana o la solidificación de la lluvia la llegada del invierno, de igual modo yo, pregonaba la noche. Y así, en constante pugna por arrancarme la congoja que se apoderaba de mi ser, hice cuanto pude por exprimir la parte confortable de la vida: practiqué varios deportes, me entretuve coleccionando minerales y chucherías, acudí a todo tipo de fiestas y reuniones, y me engañaba con la torpeza de quien espera engañar al tiempo si retrasa los relojes.
Pero fue más tarde cuando descubrí la verdad. Porque no sería válida esta historia si no les mencionara lo que me sucedió con Rémora. A Rémora la conocí en una fiesta y recuerdo que su presencia me produjo vértigo. Ella era como una semilla de son, un baile caribeño. Olía a regaliz, a caramelo de licor y llevaba el calor del trópico en los poros. El relieve de su melena, larga y trenzada como una red de pescar, con voluptuosidad me rozaba en un hombro.
Estreché su mano y en el contacto comprendí que aquel aroma de néctar llegaba tarde. La duda, el ansia y el miedo me dominaron y retrocedí o me fugué hasta la mancha, hasta la glorieta florida, hasta las manos de Mercedes con el recuerdo de sus dedos transformados en hilos de miel.
Como una libertad sin canto, recuerdo que experimenté compasión por Rémora y por mí. Una compasión paralela a un dolor que estrangulaba. Estrangulaba hasta el punto de ahorcarme el cuello con una soga de espasmos a modo de carcajadas. Porque la verdad era que aquel estado de ánimo me obligaba a reír a reír y a reír hasta el llanto. Curiosamente, cuanto más reía más me ahogaba. Era igual que uno de esos peces de colores en urna de cristal que, asfixiado nada pesadamente y sin coordinación.
De madrugada, llegué a la casa ebrio. Tambaleando, fui directamente hasta la pared donde respiraba la mancha. Anhelaba ser absorbido o fijado por ella. Deseaba sobrevivir en la cal o más bien permanecer en Mercedes. Golpeé la pared con los puños y se despertó un olor a mugre y humedad. Lo inhalé con gusto. Era oxígeno. Uf, oxígeno, Uff, vida, UHF oxígeno, UHF vida....
No sé cuanto tiempo transcurrió. Estaba tumbado y, cosa rara, no esperaba nada aceptando el hecho de que mi ánimo había muerto. De pronto me sentí irritadísimo, como no lo había estado en mucho tiempo. Los razonamientos nacían sin cesar: era evidente que yo existía, ¿no? , y por lo tanto tenía derecho a divertirme, recorrer el mundo y enamorarme. ¿Enamorarme?... Quedé inmóvil. A mi alrededor nació el espanto de una oscuridad. Era igual que si me hubiera quedado ciego, sordo y mudo. Exasperado, con atisbos de locura, deseé con todas mis fuerzas la destrucción de la mancha. ¡Cómo la odiaba! La odiaba, sí, la odiaba con estremecimiento, la odiaba con amor.
-¡Vivo, todavía no me he convertido en un cero!- aullé.
Estaba claro. Había llegado la hora de terminar con todo aquello: hablaría con el representante de la comunidad de vecinos para exigirle que, sin más tardanza, llamara a capítulo a los propietarios del piso de arriba para que, de una vez por todas, repararan las cañerías. Pero al punto comprobé consternado que a la mancha le nacían dos ojos y una boca a modo de reproche, y que la arcilla de la pared se tornaba sepia, igual que una fotografía cuando el tiempo no permite imaginarla de otro color.
En la madrugada, caminé sin rumbo. “Debo irme lejos, un poco más lejos”, razonaba. Pero sólo sentía el abismo del confeti que, arrojado desde el mirador se desploma sobre el pavimento en lunares de colores.
Ahora tengo miedo; no olviden que debido a la torpeza del otro día es posible que, de un momento a otro, algún vecino, pintor u operario llame a mi puerta y me plantee repentinamente una cuestión de pintura que no estoy dispuesto a resolver. Tal posibilidad me pone nervioso. A veces tengo pesadillas. Me asalta la idea de que mis vecinos quieren enterrar la mancha, la pared con fruto, la finura de la cal, el tacto del hormigón y el color ocre de la arcilla. ¡Basta!, no lo consentiré. Presiento que detrás de algún ladrillo, todavía queda un suspiro aunque ya no fluya el aire.
Hundido en el sillón, cada noche contemplo la mancha. Me habla. Habla y lo hace sin temor, libremente, penetrando por mi vida con un dominio de perfidia y silencio. Yo, sin mover un músculo, espero, con impaciencia espero… Porque, verán ustedes, el día que murió Mercedes, inesperadamente nació la mancha. Ésta amaneció con el alba, en el cielo de nuestra habitación. Y desde ese instante, ya no sé si es Mercedes, quien no puede estar dormida sin mí, o bien soy yo, quien no puede tener sueños sin ella.
(del libro Metamorfosis del sentimiento)
martes, 9 de junio de 2015
"MI DESVÁN, AÑORADA FANTASÍA" de Luis Quesada, en La Voz de Espejo, en el diario La Verdad
MI DESVÁN, AÑORADA FANTASÍA
Mi claraboya tiene un agujerito en el techo, y en esa especie de cielo miro cual alcahueta, y observo lo que en la oscuridad se pone en movimiento
En un tramo de escalera, muy fácil de ocho peldaños, en lo alto hay un trastero, buhardilla de mi aposento en esta mi vetusta casa, donde mis años almaceno; allí, lleno de polvo y de grasa está la mugrienta taza y el oxidado caldero. Poseo, puerta de viejo sauce con doscientos remachados clavos, que chirría cuando abre y se atranca en el octavo, desencajados sus pernios, bisagras, hierro chapado. Se abarquilla desencolada maullando cual veinte gatos, que les pisaran sus colas y dos patas de las cuatro; allí hay:
Un sobrero de paja, cuelga canana de caza, palanganas, trozos de porcelanas, unas gafas medio rotas con cristales de cegatos y dos pares de alpargatas, cometa de piel de sapo, dos abrigos hechos harapos; pelota que ya no bota, un grifo con poca estopa, tinajas, un desconchado orinal con bordes de orza. Para las mulas, aperos y en un rincón un acial y, como comadre, celestina veo y enredo.
Está un libro sin hojas dentro, -a su vez dentro- de un puchero al lado de un carburo y un candil. Tomo una hoja al voleo y leo lo que entierro de los años que viví; aquel bonito babero, esa pecera sin pez, mis juguetes del granero, mi niñez, y recuerdo mi sonrisa sin doblez reflejada tanta veces en el cobre de aquel caldero al costado del ocre de la taza de café de arcilla bañada de un minio bermellón oxidado, que sin asa está también.
Mucho más me acongoja, mi muñeca ya coja -la sostiene sólo un pie-, pues rotos tiene sus brazos y su cuello, es, marioneta que disloca y entre sus dedos sin piel agarrota un cuarteto de soneto y una quintilla después.
Recuerdo a mi muñeca, -la primera que yo tengo- que dormía en mi cama y la contaba de cuentos, ella los escuchaba con los ojos muy abiertos; pues, aquellas manitas dulces ahora son polvo y desecho, sus ojitos de cristal que brillaban como espejos, ahora son vidrio vacío con la mirada a lo lejos. Balanceaba caballo sin silla en lomo ni en cola crines; era madera carcomida, y, lo que más yo recuerdo es, lo que contar yo os quiero: Eran...nueve soldaditos de plomo, un sillón de orejas gachas como pachón perdiguero, colindantes claraboya del techo de cristal plomizo, sucio, viejo y negro, con una luz muy opaca de un farol allá a lo lejos. Fantasía ....que no me pone hirsuto el pelo, por carecer ya de ello.
En cuanto se pone el Sol, mi trastero se queda a oscuras por dentro; pero mi claraboya tiene un agujerito en el techo, y en esa especie de cielo miro cual alcahueta, y observo lo que en la oscuridad se pone en movimiento. Salen de todas partes mis soldaditos de plomo poniéndose en movimiento...siete rasos de a pie, un sargento y el capitán en el centro.
Se disponen a tomar -cual loma- un sillón de cuero vuelto. El capitán con medallas y espada con el uniforme más bello. El sargento sus galones y hombreras de terciopelo; los soldados con machetes y fusiles granaderos, y todos con sombreros de gala y botas de charol blanco recesivo, que brillaban como espejos. El capitán da la orden:
- ¡Al ataque, pardiez, a por ellos! El sillón ha de ser nuestro, antes del alba lo quiero, aunque lo defiendan pulgas, carcoma, bichos siniestros; mis bravos demostrarán la bravura de mi ejercito.
- Pulgas chinches, abejorros huyen, como si fuera el infierno, dos palomas mensajeras (y no ensajero), salen raudas por ventanuco, que hay al ras del raso suelo, una linda margarita, alas en despliego, se deja llevar por el caos y el mucho viento, capullos de seda, gusanos, amarillo, rojos, blancos, rotos sus cascarones vuelan como seda y se posan casi al mismo tiempo. ¿Dónde estarán las mariposas y sus diminutos huevos?
¡Ya no puedo aguantar más! Paso al desván...toso, enciendo un mechero, esperando presto, coger al batallón en la marcha y el trasiego, pero... los soldaditos, la disciplina les rige y volviendo al sitio de origen y en el silencio más quedo, quedan, inertes cual sin haber movido un dedo.
Se quedan quietos, sin vida, y yo, sabiendo la vida que llevan dentro, pienso, que fácil día, me ofrezco como cabo primero, y no esperemos al ocaso, y jugaremos...y jugaremos.
¡Bendita la fantasía, en los corazones buenos!
LUIS QUESADA
lunes, 1 de junio de 2015
"A mi compañero" de Rita Quinto, publicación en LA VOZ DE ESPEJO DE ALICANTE - Diario LA VERDAD
Cumplimos Treinta y siete inviernos
que rozan la primavera,
hoy somos mayores
pero ilusionados,
durante tanto tiempo
han acaecido hechos hermosos,
luminosos, brillantes,
jubilosos, gozosos.
En la contrapartida, otros oscuros, tristes,
también luctuosos,
inolvidables, olvidables;
la vida que hemos vivido,
apurado intensamente,
nos amamos como locos,
aunque a veces nos hemos
odiado de igual modo;
tu cuerpo era para mí
un universo inexplorado.
Y aunque han pasado
tantas primaveras...,
a pesar de haber gozado tanto
de ese cuerpo tuyo tan amado
aún sigo experimentando,
cada día, ese placer
de lo desconocido,
de lo inédito,
de lo nunca alcanzado.
Y así seguirá siendo
mientras nuestros inviernos,
rozando primaveras,
sigan alborozándonos.
Rita Quinto
LA VOZ DE ESPEJO DE ALICANTE
miércoles, 27 de mayo de 2015
La Verdad publica un articulo en La Voz de Espejo: "Bajo mi conciencia" de Juan Antonio Urbano.
Queremos dar la enhorabuena a Juan Antonio Urbano, por la aparición en La Verdad de un artículo suyo que reproducimos a continuación:
Bajo mi conciencia
-
La sábana del poder me oculta de esos anónimos que a la postre ensalzan mi manera de vivir mientras no se descubran mis elaboradas y planificadas estratagemas.
En la intemperie de un recodo vuela lívida mi conciencia arrastrando su paso cadencioso por el peso pendular de la rabia y la pena.
He visto por el camino de la negra azucena frondosos paisajes de pus y herrumbre usurera rodeando de mentira inmunda y latrocinio caníbal la riqueza, la riqueza, la riqueza, que enferma los cerebros de volcánica ambición vomitando borbotones de miseria entre las garras febriles de la codicia extrema. Y a hombres y mujeres de mirada honesta, que envueltos en las sábanas del poder se creyeron inmunes a ciencia cierta y perdieron su nobleza por acumular en los rincones de su dignidad las semillas de la impureza, vendiendo su honestidad por acumular excesos de ganancias oscuras y fatuas riquezas, que ni en varias vidas tuvieran tiempo de disfrutar. Pero la insensatez del insaciado les puso venda y les hizo creer que nadie se daría cuenta de que estaban acaparando bienes que a otras gentes de necesidades altas bien les viniera para salir del paso en su trompicada existencia.
Cuando el corazón se hace duro, cuando hace rato se transformó en piedra, cuando deja de ser honorable, cuando hierra y escribe con ere lo que con erre debiera. Cuando el corazón ya no es corazón sino piedra... ¿Qué importa el sufrimiento de la gente si he de comprar más alforjas para rellenarlas del fruto de las tretas que invento para aprovecharme del inocente? ¿...Y qué importan esas personas que confían en mí si no tienen rostro ni tienen nombre? La sábana del poder me oculta de esos anónimos que a la postre ensalzan mi manera de vivir mientras no se descubran mis elaboradas y planificadas estratagemas.
También he visto en la misma raya seca ánimos abatidos en los más profundos surcos del encadenado mundo sin luz de la helada pobreza. Comedores austeros que palian las penas de aquellos que mendigan su sustento día a día. Cáritas, que con esfuerzo, apuntala el vivir ceniciento de familias enteras para suavizar el sufrimiento del que perdió el paso y el ritmo de andar por las aceras. Aquellos que no tienen ni para ropa, ni mantas, ni para pagar la luz, ni el agua, ni el gas, ni la cena.
Y cuánta indignación puede causas el ver niños desiertos de sonrisas rotas, de lánguidos gestos y lápidas en la boca, de muecas ulceradas en grietas dolorosas que van salpicando sus tristes penas ante impasibles acciones y finanzas de coraza en piel insensible y rugosa de avaricia ciega. El ánimo de lucro pervierte las ideas, y no deja pensar en por qué acumulo en exceso, incluso a veces con engaños, mientras obligo a débiles con mi espada a aplastarse contra la pared de la impotencia. Pobre infancia abandonada y sola ante aquellos que aprovechan su prepotencia para engordar sus arcas a toda costa mientras hay niños que purgan su vida entre la inocencia de su hambre dolorida que se desboca y la frustración de un presente que socava impasible la ilusión rota, rota, rota...
Bajo mi conciencia... Bajo mi conciencia.
Son 9.250 millones los defraudados en los principales escándalos.
Y las conciencias limpias del país se los gastaron en regalos, viajes, vehículos de lujo, mansiones... o lo mandaron a Suiza, o a otros paraísos fiscales.
Este dinero defraudado en los principales escándalos de corrupción política hubiera bastado para evitar los recortes sociales de 2012.
El presupuesto de Cruz Roja asciende a 43 millones y el de Cáritas a 25 millones, aproximadamente. Si hubiera habido remordimiento de conciencia, ¿cuánta ayuda se podría haber proporcionado a aquellos que lo están pasando mal en este período de crisis económica, y fruto de los recortes que debido a estos desfalcos han caído como aves de presa sobre las clases españolas menos pudientes?
Me pregunto si tan difícil es para Hacienda recuperar estos ahorrillos sustraídos al bien común para devolverlos en forma de ayudas estatales (Hacienda somos todos, en lo bueno y en lo malo, en la recaudación y en el reparto) a aquellas familias necesitadas que provienen de la falta de previsión de los gobiernos y de los goles que algunos personajes poderosos e influyentes han ido metiendo en las casa más humildes. ¡Golpe de timón! ¡Sujeten bien las riendas!
Todo bajo mi conciencia.
Juan Antonio Urbano.
Diario LA VERDAD
martes, 19 de mayo de 2015
Publicación de Rocío Espinosa :“Sin decir adiós”, dedicada a nuestro socio y amigo Carlos Aguilar in memorian, en el diario La Verdad
Felicitamos a Rocío Espinosa Herrera por su publicación
“Sin decir adiós”, dedicada a nuestro socio y amigo Carlos Aguilar in memorian, en el diario La Verdad de Alicante, el pasado sábado, 16 de mayo de 2015.
Rocío Espinosa nos informa sobre la publicación que hace el diario LA VERDAD sobre su libro GLOSARIO DE VERSOS publicado recientemente.
http://www.laverdad.es/alicante/culturas/libros/201504/30/presentan-obraglosario-versos-20150430021438-v.html?ns_campaign=WC_MS&ns_source=BT&ns_linkname=Scroll&ns_fee=0&ns_mchannel=EM
http://www.laverdad.es/alicante/culturas/libros/201504/30/presentan-obraglosario-versos-20150430021438-v.html?ns_campaign=WC_MS&ns_source=BT&ns_linkname=Scroll&ns_fee=0&ns_mchannel=EM
Nuestra más sincera enhorabuena.
lunes, 11 de mayo de 2015
“Zurear de palomas”, de Maravillas Cano se publica en el diario La Verdad de Alicante,
Felicitamos a Maravillas Cano por su publicación “Zurear de palomas”, en
el diario La Verdad de Alicante, el pasado 9 de mayo de 2015.
miércoles, 6 de mayo de 2015
Publicación “Color esmeralda” de Antonia Lara, en el diario La Verdad de Alicante
Felicitamos a Antonia Lara por su publicación “Color esmeralda”, en el diario La Verdad de Alicante, el pasado 23 de abril de 2015.
martes, 21 de abril de 2015
“La conciencia en púrpura”, de Juan Antonio Urbano en el diario La Verdad de Alicante
Felicitamos a Juan Antonio Urbano por su publicación
“La conciencia en púrpura”, en el diario La Verdad de Alicante, el pasado 15 de abril de 2015.
lunes, 13 de abril de 2015
lunes, 6 de abril de 2015
Publicación “Según quien te escuche”, de Maravillas Cano en La Voz de Espejo De Alicante
Felicitamos a Maravillas Cano por su publicación “Según quien te escuche”, en el diario La Verdad de Alicante, el pasado 2 de abril de 2015.
lunes, 16 de marzo de 2015
José Antonio Charques Sala “Testimonio de una vida dedicada a Dios” en el diario La Verdad,.
El miércoles 11 de marzo, apareció en el diario La Verdad, en la sección “La Voz de Espejo de Alicante” el escrito de José Antonio Charques Sala “Testimonio de una vida dedicada a Dios”. Nuestras felicitaciones y ánimos para seguir participando.
martes, 3 de marzo de 2015
“La Voz de Espejo de Alicante” el escrito de Rocío Espinosa Herrera “Amores de cristal” en el Diario La Verdad
El miércoles 28 de febrero, apareció en el diario La Verdad, en la sección “La Voz de Espejo de Alicante” el escrito de Rocío Espinosa Herrera “Amores de cristal”. Nuestras felicitaciones y ánimos para seguir participando.
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